Home

Contenido

Consultas

Cursos

Prensa

Eventos

Links

Contacto

 





1

     Femenina, receptiva, fuerte. Así describe a la mujer –se describe- esta odontóloga fuera de todo molde. Mónica Alicia Jurio es coqueta hasta el punto de negarse a dar su edad. Para atender a sus pacientes, mandó a confeccionarse batas de diferentes colores parea poder combinarlas con la ropa que lleva puesta. Su consultorio es un fiel reflejo de su persona: alegre, colorido, perfumado (incienso), confortable. En la sala de espera, los sillones fueron pensados para que los pacientes puedan acostarse y relajarse mientras esperan ser atendidos.

     Es odontóloga recibida en la Universidad de Buenos Aires y estudió Homeopatía en la Escuela Médica Tomás Paschero (Argentina). Se apura a aclarar que conocer bien sus límites, “si bien tengo una visión de totalidad y puedo hacer una historia médica/homeopática, me limito a la tema de la boca. Por eso me gusta trabajar en equipo, complementarme con los médicos. Nunca voy a darle globulitos a un paciente sin antes consultar con su homeópata de cabecera”. Hace unos 15 años decidió que algo faltaba en su vida. Se sentía vacía, sin desafíos ni deseos. “Primero empecé a usar la homeopatía personalmente, y luego decidía aplicarla a mis pacientes. La odontología a nivel técnico no era lo que más me gustaba. Quería darle un enfoque más creativo. En realidad, todo comenzó como un trabajo personal Empecé a cambiar, a leer otras cosas, a interesarme por otras disciplinas. Me di cuenta que los antibióticos, los antiinflamatorios y otros tipos de medicaciones alopáticas traían muchas contraindicaciones, como trastornos gastrointestinales, alergias, etc.”

2

     ¿Receta sólo remedios homeopáticos? “Una de las cosas más importantes es respetar la individualidad y no ser fanática. Soy absolutamente libre. Tengo una dirección, un camino que sigo y con el que trato de ser coherente: lo que hago para mí, es lo que le digo al paciente. La homeopatía lleva a que el profesional acompañe al paciente, y que éste a su vez se responsabilice y se comprometa con su tratamiento. Luego de una cirugía, por ejemplo, el cuerpo necesita un descanso para recuperarse, y hay gente que no le da ese tiempo. Entonces, si se trata de una persona que no va a postergar un viaje, o que no va a tomar los globulitos, no puedo dejar que le dé una hemorragia, o una infección. Ahí sí receto un antibiótico. Mucha gente tiene la idea de que la medicación homeopática es lenta, y no es así cuando se elige bien el remedio”.

     No hace falta conversar mucho tiempo con la doctora Jurio para percibir la gran pasión que le genera su profesión. “Soy una privilegiada porque hago lo que me gusta. Me encanta estar en el consultorio. Soy una persona creativa: me gusta jugar, escribir, actuar. Tengo mucha fantasía. Cuando estoy en una boca tallando, me siento una escultora. Lo mismo cuando estoy con una pasta tomando una impresión... el movimiento que uno hace con las manos. A veces me veo el guardapolvo, que está manchado, y me imagino que estoy en un taller de pintura. Y no está tan alejado. Para arreglar un diente partido, hay que usar la estética, poner bien el color. Esta es la clave: cuando el trabajo se tomo como algo creativo, uno no se cansa”. Y esa misma actitud la traslada a los pacientes. Si tiene que trabajar en una boca donde hay mucho para hacer, suele recurrir al uso de metáforas para explicar en qué consistirán sus intervenciones: “Imaginate que tu boca es como una casa de dos plantas que hay que reciclar. Primero vamos a limpiar y sacar lo viejo. Luego veremos qué cosas se pueden volver a usar. El trabajo es muy personalizado, se cuida la individualidad. Lo importante es entrar en empatía y ver qué necesita el paciente. Eso me va a permitir meterme en su boca y trabajar, para lo cual se necesita una persona blanda, entregada. ¿Cómo lo logro? En primer lugar, escucho. Luego aplico otras técnicas que también utilizo conmigo: reiki, respiración yoga, música de meditación. Esto ayuda a bajar los niveles de ansiedad, a disminuir los estímulos agresivos. Además, cuando uno está frente a un paciente es fundamental no asustarlo. Hay que ser sumamente cuidadoso con las palabras que se utilizan”.

     El despertar. Mónica Jurio explica que “cuando aparece un síntoma y se ingiere un remedio alopático, se lo está suprimiendo. Si en cambio, se lo toma como algo más creativo, como un alerta, se puede comenzar a comprenderlo y analizarlo. Sería la enfermedad como camino”.

     En su caso, ¿a qué obedece el cambio de enfoque en su profesión? “Comenzó por algunos síntomas de ansiedad y palpitaciones que empezó a dar mi cuerpo, lo que hoy en día se conoce como ‘ataque de pánico’. Tenía una gran angustia. Entonces empecé a conectarme más conmigo. Estaba haciendo psicoanálisis de diván y, en algún momento, eso se volvió demasiado rígido para mí. Entonces cambié de terapeuta, empecé yoga y fui a ver a un homeópata. Me di cuenta que quería otra cosa y fue maravilloso. Encontré mis ganas, el deseo y empecé a florecer como una plantita”.

     La sensibilidad. Una de las prioridades de la odontóloga es que el paciente se sienta cómodo, comprendido y apoyado. Como dice ella: “Deben sentir que aquí, además, le arreglan los dientes. A mí lo que me importa es la persona, la boca es parte de la persona. Para trabajar bien, necesito tanto mi entrega y compromiso, como el del paciente. La boca es un lugar privado y en general ir al dentista es una situación que produce estrés por la posición del sillón, las luces, los ruidos, los aparatos, los olores. Por eso creo que hay que crear un ambiente de confianza, donde haya música y un aroma agradable. Además, es importante ser coherente. Si receto remedios homeopáticos, es importante que yo también los consuma. Uno lo hace desde algo que vivió, que conocer, y eso el paciente lo percibe”.

     Los casos. La filosofía de Mónica Alicia Jurio es que nada sucede porque sí, que uno puede encontrar un maestro en una persona común y corriente. “Hoy me toca ser la odontóloga y ayudar a otro, pero de pronto viene un paciente y me da la posibilidad de aprender algo. Una caso muy interesante es Diego, un muchacho de 32 años que hace unos 6 años que no visitaba a un odontólogo porque padecía una inmensa fobia. A tal punto que cuando tenía que llamar para pedir turno, se descomponía. Empezó a venir, y juntos fuimos afrontando y superando sus temores. Antes de cada consulta tenía temblores, se ponía pálido. Para esos síntomas lo mediqué homeopáticamente, y hoy día hasta hay veces que puede encarar una visita sin tomar nada previamente. Se generó una confianza mutua que es el motor de su tratamiento. Hasta ha llorado de emoción al ver que había podido tolerar una antestesia”.

     Recuerdo otro caso, el de un kinesiólogo que llegó a mí después de 20 días de haber recorrido algunos consultorios. Venía con la cara hinchada y tenía que hacerse un conducto. Lo primero que hice, como siempre, fue escuchar qué le pasaba libre de prejuicios. Después le saqué una radiografía y le dije: ‘En realidad. Hay una gran inflamación. No está tan infectado como parece por la hinchazón de la cara. Es más lo que se ve, que lo que hay. Me parece que querés llamar la atención de alguien’. Había tenido un bebé hace poco, se sentía desplazado... Le di medicación homeopática y al otro día, estaba mejor”.

     Los materiales. Como parte de su actual enfoque, la odontóloga no utiliza amalgamas en su consultorio, así como tampoco otros metales que no son nobles en la boca. Explica que “multitud de síntomas digestivos, neurológicos, respiratorios, cardiovasculares, alergias a comidas y bebidas, proliferación de cándida, temblor en las manos, hormigueo en los miembros, micción frecuente, irritabilidad, depresión o fatiga crónica, pueden estar relacionados con la presencia de metales en la boca. Que la persona presente desórdenes o no, depende de su resistencia o susceptibilidad a ese material. Las amalgamas se comportan como una pila eléctrica. En un medio húmedo, la superficie de la obturación envejece, sufre una descomposición electrolítica y se produce la liberación de metales, de los cuales el mercurio es el más peligroso y puede convertirse en una toxina letal. La Universidad de Calgary, en Estados Unidos, realizó una investigación y demostró que los vapores de mercurio se liberan durante la masticación y van al cerebro”.

     Para finalizar, la odontóloga que se animó a seguir sus instintos dentro de una carrera considerada dura, invasiva, dice que “hay que entender que la boca es parte de un todo. Crep que el hecho de haber incursionado en otras disciplinas como la meditación, el yoga, el reiki, la psicología, jerarquiza la profesión. Nos soy un técnico que arregla un diente como si estuviera fuera de un cuerpo... Soy una persona que tiene las herramientas para ayudar a los demás en su curación”.

 

Entrevista publicada en la revista Salud Alternativa Nº30.

 

 
Home | Contenido | Consultas  | Cursos | Prensa | Eventos | Links | Contacto

Dra. Mónica A. Jurio Copyright © 2001 OdontoHomeo Site. Reservados todos los derechos.
Revisado: Marzo de 2006 by SC Sistemas
- Webmaster: Pablo A. Cerbino email: pcerbino@sinectis.com.ar -